lunes, 30 de marzo de 2009

miércoles, 4 de marzo de 2009

Recuerdos de mi gran amiga Marjori Téllez

Marjorie Rojas Ochoa




Creo que estos 5 años y medio que tengo de conocer a mi gatita no alcanzaría a describirlos en estas páginas. Sin lugar a duda va hacer muy difícil olvidarme de ella y acostumbrarme a que ya no caminará conmigo en los pasillos. Ahora la pregunta es ¿Con quién haré todas las locuras que hacíamos?

¿Cómo comenzó el calvario? Desde hace 5 años ella padece de miocardiopatía dilatada, nunca se dejó vencer por su enfermedad a pesar de las restricciones médicas, siempre disfrutó al máximo, nunca paró de reír, de bailar, molestar y chilear.


La enfermedad que padecía Marjorie consiste en que el corazón crece sin parar, a pesar del medicamento. Desde que inició su enfermedad era notorio verla tomando de seis a ocho tipos de pastillas.


Antes de ingresar a Filología y Comunicación mi gatita estudiaba Historia pero después de tres años pudo optar al traslado a su amada carrera la cual siempre quiso estudiar: FILCOM. Cuando la conocí me inspiró un sentimiento indescriptible, fue fácil unirme y familiarizarme con ella. Desde entonces fuimos inseparables en clases.


Todos los días, a pesar de que nos mirábamos en la universidad y en el trabajo, nos hablábamos por teléfono. Ella por despistada me preguntaba ¿Mati, qué tenemos para mañana? No se si el destino quiso que la dos nos llamábamos igual pero la chela (como le decíamos) se ganó el corazón de todos. A pesar de que la gente le hiciera algo por envidia u otra razón, decía: “No soy monedita de oro para caerles bien a todos”.


Su corazón nunca se llenó de odio, todo lo tomaba con calma, no se estresaba por nada. Cosa que yo muchas veces se lo critiqué. Vivió su vida con amor, respeto y humildad. Ella en las fiestas era el espíritu de alegría.

A pesar de su enfermedad y del cansancio que ésta le causaba siempre andábamos haciendo nuestras travesuras. Nunca nadie pensó que llegaría este final tan cruel.



La chela como hija, era única, el amor que sentía hacia su madre no tenía barrera, ella me decía que sin su mamá (Doña Julia) no hubiera llegado hasta donde estaba. De sus hermanos siempre se expresó con cariño. Recuero que yo le decía: “gata no te pareces a tus hermanos”, por el color de piel y por el color de los ojos tan bonitos, y a más de uno conquistó con una sola miradita.


Era aficionada a hablar por teléfono, no paraba, estábamos en clases y ahí iba ella a contestar su celular, si íbamos por los pasillos teníamos que ir haciendo estación por que siempre se encontraba con ex compañeros de colegio o de la carrera de Historia.


Su enfermedad avanzó rápidamente porque los medicamentos, que según el doctor la controlaban, no funcionaron.


Exactamente el 24 de diciembre del año pasado ella cmenzó a sufrir los estragos de la enfermedad, ese día a las 12 del mediodía andaba tan tranquila que hasta se puso a comer Indio Viejo el que hacen en su casa para regalarlo en esa fecha, recuerdo que esa vez hasta la regañamos porque sabia que no podía comer eso.


A la hora que por toda la ciudad se escuchaban cargas cerradas, cohetes y todos los juegos artificiales ella se encontraba en la sala de emergencia del Manolo Morales, en esa ocasión solo estuvo 24 horas, después de esto solo siguió indicaciones médicas, hasta que en enero del 2009 nos pusimos de acuerdo para venir al curso de verano de Español de Nicaragua, para esa fecha todavía su corazón le permitía subir todas las escaleras que la llevaban al pabellón 62 de la UNAN.





El 12 de enero fue su cumpleaños, salimos del curso a las 11:30 de la mañana, después nos fuimos a las oficinas de la revista donde trabajábamos para terminar unas entrevistas que ella tenía pendiente, y a las 3 de la tarde se fue con su novio a su casa a celebrar su cumpleaños. Pocos días después la gata comenzó a vivir lo peor. En una de las clases de la profesora Hilda comenzó a vomitar, desde esos días el vomito iba hacer un enemigo invencible, este hacía que se deshidratara y que sus defensas se bajaran. Desde entonces ella se ausentó de la universidad. Gracias a la maestra que me suministraba los trabajos para que ella los hiciera en su casa es que pasó su Español de América que tanto nos costó pasar.


Siempre se intentó por todos los medios que no se deprimiera, le hacíamos bulla, me acuerdo que un día la Griselda le llegó contando sus aventuras locas y ella solo se reía.
Yo nunca pensé que realmente se iba a ir, no se porqué
Dios no me permitió disfrutar de esa amistad que nos unía y que nunca nadie pudo impedir, ni por intrigas ni por los mismos pleitos que teníamos aunque no durábamos un día sin hablarnos.

Ahora que se me fue se siente tan raro venir a clases porque solo con ella es que caminaba. A pesar que todos me decían que me preparara para un final trágico, nunca lo quise aceptar porque tenía fe en Dios que no me la iba a quitar. En realidad no se por qué no me la dejó en este mundo pero ahora pienso que por lo menos ya no está sufriendo como lo estaba en sus últimos días, ella estaba acostumbrada a divertirse y esto ya no lo podía hacer.


Lo único que me queda por decir es que mi gatis se fue en grande con sirena y el montón de flores que tanto le gustaban y que ella pedía que le regalaran.

En su vela no faltó gente que desfilara por su ataúd a pesar de estar inflamada, por la misma continencia urinaria que padecía, se miraba linda y es que ella no necesitaba de muchos arreglos porque por naturaleza era bonita, por algo participaba en reinados dentro de la universidad y en los mismos era elegida como reina de la simpatía.

Dentro de su familia quedó un enorme vacío porque la alegría se fue y obviamente en mi corazón y el de todas las personas que la querían.


Siempre estará conmigo, patito.

Dios protégela con tu manto sagrado.

Recuerdos de mi gran amiga Marjori Téllez

Marjorie Rojas Ochoa




Creo que estos 5 años y medio que tengo de conocer a mi gatita no alcanzaría a describirlos en estas páginas. Sin lugar a duda va hacer muy difícil olvidarme de ella y acostumbrarme a que ya no caminará conmigo en los pasillos. Ahora la pregunta es ¿Con quién haré todas las locuras que hacíamos?

¿Cómo comenzó el calvario? Desde hace 5 años ella padece de miocardiopatía dilatada, nunca se dejó vencer por su enfermedad a pesar de las restricciones médicas, siempre disfrutó al máximo, nunca paró de reír, de bailar, molestar y chilear.


La enfermedad que padecía Marjorie consiste en que el corazón crece sin parar, a pesar del medicamento. Desde que inició su enfermedad era notorio verla tomando de seis a ocho tipos de pastillas.


Antes de ingresar a Filología y Comunicación mi gatita estudiaba Historia pero después de tres años pudo optar al traslado a su amada carrera la cual siempre quiso estudiar: FILCOM. Cuando la conocí me inspiró un sentimiento indescriptible, fue fácil unirme y familiarizarme con ella. Desde entonces fuimos inseparables en clases.


Todos los días, a pesar de que nos mirábamos en la universidad y en el trabajo, nos hablábamos por teléfono. Ella por despistada me preguntaba ¿Mati, qué tenemos para mañana? No se si el destino quiso que la dos nos llamábamos igual pero la chela (como le decíamos) se ganó el corazón de todos. A pesar de que la gente le hiciera algo por envidia u otra razón, decía: “No soy monedita de oro para caerles bien a todos”.


Su corazón nunca se llenó de odio, todo lo tomaba con calma, no se estresaba por nada. Cosa que yo muchas veces se lo critiqué. Vivió su vida con amor, respeto y humildad. Ella en las fiestas era el espíritu de alegría.

A pesar de su enfermedad y del cansancio que ésta le causaba siempre andábamos haciendo nuestras travesuras. Nunca nadie pensó que llegaría este final tan cruel.



La chela como hija, era única, el amor que sentía hacia su madre no tenía barrera, ella me decía que sin su mamá (Doña Julia) no hubiera llegado hasta donde estaba. De sus hermanos siempre se expresó con cariño. Recuero que yo le decía: “gata no te pareces a tus hermanos”, por el color de piel y por el color de los ojos tan bonitos, y a más de uno conquistó con una sola miradita.


Era aficionada a hablar por teléfono, no paraba, estábamos en clases y ahí iba ella a contestar su celular, si íbamos por los pasillos teníamos que ir haciendo estación por que siempre se encontraba con ex compañeros de colegio o de la carrera de Historia.


Su enfermedad avanzó rápidamente porque los medicamentos, que según el doctor la controlaban, no funcionaron.


Exactamente el 24 de diciembre del año pasado ella cmenzó a sufrir los estragos de la enfermedad, ese día a las 12 del mediodía andaba tan tranquila que hasta se puso a comer Indio Viejo el que hacen en su casa para regalarlo en esa fecha, recuerdo que esa vez hasta la regañamos porque sabia que no podía comer eso.


A la hora que por toda la ciudad se escuchaban cargas cerradas, cohetes y todos los juegos artificiales ella se encontraba en la sala de emergencia del Manolo Morales, en esa ocasión solo estuvo 24 horas, después de esto solo siguió indicaciones médicas, hasta que en enero del 2009 nos pusimos de acuerdo para venir al curso de verano de Español de Nicaragua, para esa fecha todavía su corazón le permitía subir todas las escaleras que la llevaban al pabellón 62 de la UNAN.





El 12 de enero fue su cumpleaños, salimos del curso a las 11:30 de la mañana, después nos fuimos a las oficinas de la revista donde trabajábamos para terminar unas entrevistas que ella tenía pendiente, y a las 3 de la tarde se fue con su novio a su casa a celebrar su cumpleaños. Pocos días después la gata comenzó a vivir lo peor. En una de las clases de la profesora Hilda comenzó a vomitar, desde esos días el vomito iba hacer un enemigo invencible, este hacía que se deshidratara y que sus defensas se bajaran. Desde entonces ella se ausentó de la universidad. Gracias a la maestra que me suministraba los trabajos para que ella los hiciera en su casa es que pasó su Español de América que tanto nos costó pasar.


Siempre se intentó por todos los medios que no se deprimiera, le hacíamos bulla, me acuerdo que un día la Griselda le llegó contando sus aventuras locas y ella solo se reía.
Yo nunca pensé que realmente se iba a ir, no se porqué
Dios no me permitió disfrutar de esa amistad que nos unía y que nunca nadie pudo impedir, ni por intrigas ni por los mismos pleitos que teníamos aunque no durábamos un día sin hablarnos.

Ahora que se me fue se siente tan raro venir a clases porque solo con ella es que caminaba. A pesar que todos me decían que me preparara para un final trágico, nunca lo quise aceptar porque tenía fe en Dios que no me la iba a quitar. En realidad no se por qué no me la dejó en este mundo pero ahora pienso que por lo menos ya no está sufriendo como lo estaba en sus últimos días, ella estaba acostumbrada a divertirse y esto ya no lo podía hacer.


Lo único que me queda por decir es que mi gatis se fue en grande con sirena y el montón de flores que tanto le gustaban y que ella pedía que le regalaran.

En su vela no faltó gente que desfilara por su ataúd a pesar de estar inflamada, por la misma continencia urinaria que padecía, se miraba linda y es que ella no necesitaba de muchos arreglos porque por naturaleza era bonita, por algo participaba en reinados dentro de la universidad y en los mismos era elegida como reina de la simpatía.

Dentro de su familia quedó un enorme vacío porque la alegría se fue y obviamente en mi corazón y el de todas las personas que la querían.


Siempre estará conmigo, patito.

Dios protégela con tu manto sagrado.

Para A Fondo

Las redes que somos

LAS REDES QUE SOMOS

HOLOGRAMAS

Por Freddy Quezada

Cada sociedad es el reflejo de sus inventos más dominantes. Hubo una época en que todos, al menos los europeos y las capas letradas de sus ex - colonias, se consideraban átomos; hubo otra, en que se miraban como gigantescas piezas de un reloj perfecto; una más en que, como en alegre conga, se encontraban desfilando hacia el desarrollo evolutivo y, todavía hace poco, nos creíamos envueltos en una espiral donde todos estábamos repartidos en un melodrama como villanos (tesis), héroes (antítesis) y progreso revolucionario (síntesis). Ahora pareciera vernos como redes, como hologramas.



Pero no creo que sea suficiente hacerlo desde las descripciones extensas y superficiales de Manuel Castell (2001), o de los comunicólogos en serie que nos aburren con sus lugares comunes, citando a los viejos clásicos de la disciplina o las dos o tres citas célebres, localizadas en Wikipedia, de Marshall Mc Luhan, sino desde dos autores, donde uno nada tiene que ver con la otra, pero donde ambos nos presentan dimensiones más profundas.

¿Cuáles serían, por ejemplo, las consecuencias de sabernos, como las computadoras conectadas a una red, sobre la muerte de una de ellas, si todo el contenido está en las demás? Pueden desaparecer todas las computadoras conectadas del mundo, pero basta que sólo una de ellas sobreviva para reproducirse con todo el archivo de las demás. Una está en todas ellas y todas las demás, en una.

Como se sabe, las redes son efecto y causa a la vez de la globalización. Y todo el sistema socioeconómico y epistémico es como una red nerviosa, otra de las comparaciones al uso, que puede ser examinada, al menos de dos maneras básicas, sin perjuicio de otras que se le sumen.

Las sociedades son ahora presentadas como “conectadas” y “desconectadas”. Y no hay que verlas como si la virtud estuviera del lado de unas y los vicios del lado de otras, sino más bien, como nuevos nombres de gladiadores con las ventajas del atraso de estas, y el alto precio del adelanto de aquellas.

Para efectos de presentación pedagógica, y a riesgo de presentarme como destructor de las complejidades del pensamiento de ambos, los dividiremos con las iniciales de sus apellidos: Modelo B. y Modelo K.

Modelo B de Judith Butler: unidad dual vs. diferencias múltiples

Judith Butler, dice en su libro “Cuerpos que importan” que el heterosexualcentrismo, como sistema, impone a los cuerpos un seriado performativo, defendido incluso por las feministas más radicales, que nos obliga a repartirnos en solamente dos: sexos-géneros. El sistema disciplina (Foucault) y luego controla (Deleuze), a estos cuerpos. Aquellos cuerpos que caen fuera de este binarismo sistémico, son considerados abyectos, es decir, aquellos cuerpos que desafían al heterocentrismo, a través de su diferencia tales como las parodias (los travestis) o estallidos de variedad (los múltiples géneros que pueden crearse), lo desestabilizan, amenazan con romperlo y llaman a darle importancia a los cuerpos del seriado dentro del discurso del sistema.

Los cuerpos son autónomos y tienen sus motivaciones propias. Han nacido, parece decirnos la Butler, repitiendo a Sade, para gozar.

Los cuerpos no son derivaciones ni creaciones del lenguaje, pero tampoco están fuera de él. "… el lenguaje y la materialidad nunca son completamente idénticos ni completamente diferentes" (Butler, 2002: 111). Butler cuando se refiere a la diferencia, exige reconocerla en su estatuto legal, pero sin esencia, móvil y posicional, como el “esencialismo estratégico” del que habla Spivak, a quien cita con reverencia, destruyendo la diferencia jerarquizada y la sustancialista. La diferencia destruye la homogeneidad dual del sistema. Los cuerpos “fuera” del sistema binario son los que llaman a la ruptura. Es como creer que una minoría significativa de computadoras tiene archivos propios y que su destrucción supone un empobrecimiento universal por estar fuera del sistema. En Matrix, los cuerpos conectados están rígidos y sufren estertores cuando están muriendo en el mundo virtual. Lo cierto es lo contrario. El temblor lo sufre el archivo universal cuando los cuerpos se llevan a la tumba (o por medio del silencio no las entregan) sus experiencias.

Google por ejemplo, ya ofrece espacio, a través de su servicio “docs” para almacenar discos duros virtuales. Es decir, ya están creadas las condiciones para almacenar toda la información de las computadoras conectadas del mundo. Los cuerpos están libres de almacenar memorias que depositan en el archivo electrónico universal y se entregan al presente por medio de la invención de placeres.

Una computadora al igual que un ser humano, puede ser destruida, anulada, descartada, pero “sabe” que son cuerpos de silicón reciclables. Su materialidad no es el contenido que le da sentido. Salen rápidamente del circuito tecnológico como las frutas maduras, los árboles viejos, las presas, sabiendo que serán sustituidas por otras y, “sabiendo”, que éstas las justifican y mejorarán el archivo universal. El “afuera” de Google es la realidad, su objetivo de caza. La exterioridad de Google, lo que no tiene archivado todavía, es el equivalente, en el pensamiento de la Butler, a los cuerpos abyectos, que es también extensible a las etnias y grupos minoritarios que se saben subversivos. El sistema puede ser desestabilizado por medio de los simulacros y la diferencia máxima, tal parece ser el mensaje central desprendible de la idea de la Butler.

Modelo K Jiddu Krishnamurti: diferencias múltiples vs. unidad sin opuestos

Uno es el producto de la sociedad que ha creado, nos dice pasmosamente Krishnamurti, sabio de origen indio. Uno no es realmente un individuo. Uno es el resto de la humanidad. Cuando uno ríe, llora, sufre o goza, lo hace como todos los demás y, cuando uno muere, los demás siguen repitiendo lo mismo. “…nuestra conciencia no es de ustedes o mía, es de todos los seres humanos” (Krishnamurti, 1999: 73). Tal premisa nos invita a creer, siguiendo el ejemplo señalado de las redes, que cada computadora en efecto no es individual y que todo está en cada una de ellas en que, a su vez, está el todo. En verdad una computadora no muere, por que es la condición reciclable de las siguientes que integran el sistema.

Es decir, no hay cuerpos separados. La diferencia es que el sistema guarda archivos y no es eso lo importante. La esclavitu postcolonial de hoy consiste no sólo en endeudarnos, como dicen algunos autores, sino en entregar información y agradecer, encima, que se nos la reciba. Pero es el doble de gratitud la que creemos deber, cuando al accerder a ella suponemos no entregar nada, cuando ya lo hacemos, por el sólo hecho de ingresar al sistema.

La conciencia de las redes es su memoria, tal como están diseñadas, pero en verdad lo que importa es la relación hologramática entre todas y cada una y no su contenido. La conciencia de las redes no es el archivo, sino la relación que guardan las partes y el todo. El contenido no está en ninguna en particular y está en todas en general. No está por encima ni por fuera, ni por dentro, ni antes, sino entre ellas.

Lo que compartimos son los hechos presentes, sin opuestos, como el pasado o el futuro. Las cosas son como son, no como debieran ser, ni fueron. Lo inarchivable, la realidad, el presente, es lo compartible.

Krishnamurti, al revés de la Butler, cree que la premisa de partir del pensamiento es equivocada, porque el pensamiento crea la diferencia (inventándose opuestos, como deber ser, que no existen) y es el responsable de dividirnos por medio del tiempo y la memoria. No hay cuerpos separados, lo que nos hace creer eso, es el pensamiento. “…el cuerpo nunca dice `Yo soy´, el cuerpo nunca dice ´yo soy algo especial´… El cuerpo jamás es consciente de que está separado de alguna otra persona. Es el pensamiento el que dice que yo soy diferente. Es importante ver cómo el pensamiento divide.” (íbid: 194).

Visto, pues, ambos modelos, hay que señalar que los dos se inscriben en campos y niveles distintos. El primero, en las diferencias subversivas y el otro, en la unidad sin opuestos. Bien podría, el de la Butler, ser comprendido dentro del krishnamurtiano, a condición de que se comprenda que las diferencias son un juego ilusorio del pensamiento, la fuente real de los problemas y no su solución. O, al revés, si concedemos que todo paradigma puede explicar desde sí mismo a otro: creer que la idea de una unidad sin opuesto, desestabiliza todo dualismo y puede ser considerada una distinción más en el racimo de diferencias abyectas. O, por último, imaginarlos uno dentro de otro, como los holones de Ken Wilber (1999); al butleriano como un “meme” verde que ocupa la diferencia en términos de una herramienta heurística y, al otro, como un “meme” amarillo que subsume e integra al anterior, en una espiral más compleja.

Ya fuimos, pues, átomos, relojes, flechas, espirales y ahora computadoras conectadas. Y, en cada momento, las preguntas necias de siempre: de dónde rayos venimos, quiénes puta somos y a dónde mierda vamos.

Bibliografía

Butler, J (2002) Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del `sexo’. Edit. Paidós. Bs. As.

Castell, M (2001) La Era de la Información. En III Vols. Ed. Siglo XXI. México.

Krishnamurti, J (1999) La mente que no mide. Edit. Errepar. Bs. As.

Wilber, K (1999) Una Teoría de Todo. Edit. Kairós. Barcelona.

Para A Fondo

Las redes que somos

LAS REDES QUE SOMOS

HOLOGRAMAS

Por Freddy Quezada

Cada sociedad es el reflejo de sus inventos más dominantes. Hubo una época en que todos, al menos los europeos y las capas letradas de sus ex - colonias, se consideraban átomos; hubo otra, en que se miraban como gigantescas piezas de un reloj perfecto; una más en que, como en alegre conga, se encontraban desfilando hacia el desarrollo evolutivo y, todavía hace poco, nos creíamos envueltos en una espiral donde todos estábamos repartidos en un melodrama como villanos (tesis), héroes (antítesis) y progreso revolucionario (síntesis). Ahora pareciera vernos como redes, como hologramas.



Pero no creo que sea suficiente hacerlo desde las descripciones extensas y superficiales de Manuel Castell (2001), o de los comunicólogos en serie que nos aburren con sus lugares comunes, citando a los viejos clásicos de la disciplina o las dos o tres citas célebres, localizadas en Wikipedia, de Marshall Mc Luhan, sino desde dos autores, donde uno nada tiene que ver con la otra, pero donde ambos nos presentan dimensiones más profundas.

¿Cuáles serían, por ejemplo, las consecuencias de sabernos, como las computadoras conectadas a una red, sobre la muerte de una de ellas, si todo el contenido está en las demás? Pueden desaparecer todas las computadoras conectadas del mundo, pero basta que sólo una de ellas sobreviva para reproducirse con todo el archivo de las demás. Una está en todas ellas y todas las demás, en una.

Como se sabe, las redes son efecto y causa a la vez de la globalización. Y todo el sistema socioeconómico y epistémico es como una red nerviosa, otra de las comparaciones al uso, que puede ser examinada, al menos de dos maneras básicas, sin perjuicio de otras que se le sumen.

Las sociedades son ahora presentadas como “conectadas” y “desconectadas”. Y no hay que verlas como si la virtud estuviera del lado de unas y los vicios del lado de otras, sino más bien, como nuevos nombres de gladiadores con las ventajas del atraso de estas, y el alto precio del adelanto de aquellas.

Para efectos de presentación pedagógica, y a riesgo de presentarme como destructor de las complejidades del pensamiento de ambos, los dividiremos con las iniciales de sus apellidos: Modelo B. y Modelo K.

Modelo B de Judith Butler: unidad dual vs. diferencias múltiples

Judith Butler, dice en su libro “Cuerpos que importan” que el heterosexualcentrismo, como sistema, impone a los cuerpos un seriado performativo, defendido incluso por las feministas más radicales, que nos obliga a repartirnos en solamente dos: sexos-géneros. El sistema disciplina (Foucault) y luego controla (Deleuze), a estos cuerpos. Aquellos cuerpos que caen fuera de este binarismo sistémico, son considerados abyectos, es decir, aquellos cuerpos que desafían al heterocentrismo, a través de su diferencia tales como las parodias (los travestis) o estallidos de variedad (los múltiples géneros que pueden crearse), lo desestabilizan, amenazan con romperlo y llaman a darle importancia a los cuerpos del seriado dentro del discurso del sistema.

Los cuerpos son autónomos y tienen sus motivaciones propias. Han nacido, parece decirnos la Butler, repitiendo a Sade, para gozar.

Los cuerpos no son derivaciones ni creaciones del lenguaje, pero tampoco están fuera de él. "… el lenguaje y la materialidad nunca son completamente idénticos ni completamente diferentes" (Butler, 2002: 111). Butler cuando se refiere a la diferencia, exige reconocerla en su estatuto legal, pero sin esencia, móvil y posicional, como el “esencialismo estratégico” del que habla Spivak, a quien cita con reverencia, destruyendo la diferencia jerarquizada y la sustancialista. La diferencia destruye la homogeneidad dual del sistema. Los cuerpos “fuera” del sistema binario son los que llaman a la ruptura. Es como creer que una minoría significativa de computadoras tiene archivos propios y que su destrucción supone un empobrecimiento universal por estar fuera del sistema. En Matrix, los cuerpos conectados están rígidos y sufren estertores cuando están muriendo en el mundo virtual. Lo cierto es lo contrario. El temblor lo sufre el archivo universal cuando los cuerpos se llevan a la tumba (o por medio del silencio no las entregan) sus experiencias.

Google por ejemplo, ya ofrece espacio, a través de su servicio “docs” para almacenar discos duros virtuales. Es decir, ya están creadas las condiciones para almacenar toda la información de las computadoras conectadas del mundo. Los cuerpos están libres de almacenar memorias que depositan en el archivo electrónico universal y se entregan al presente por medio de la invención de placeres.

Una computadora al igual que un ser humano, puede ser destruida, anulada, descartada, pero “sabe” que son cuerpos de silicón reciclables. Su materialidad no es el contenido que le da sentido. Salen rápidamente del circuito tecnológico como las frutas maduras, los árboles viejos, las presas, sabiendo que serán sustituidas por otras y, “sabiendo”, que éstas las justifican y mejorarán el archivo universal. El “afuera” de Google es la realidad, su objetivo de caza. La exterioridad de Google, lo que no tiene archivado todavía, es el equivalente, en el pensamiento de la Butler, a los cuerpos abyectos, que es también extensible a las etnias y grupos minoritarios que se saben subversivos. El sistema puede ser desestabilizado por medio de los simulacros y la diferencia máxima, tal parece ser el mensaje central desprendible de la idea de la Butler.

Modelo K Jiddu Krishnamurti: diferencias múltiples vs. unidad sin opuestos

Uno es el producto de la sociedad que ha creado, nos dice pasmosamente Krishnamurti, sabio de origen indio. Uno no es realmente un individuo. Uno es el resto de la humanidad. Cuando uno ríe, llora, sufre o goza, lo hace como todos los demás y, cuando uno muere, los demás siguen repitiendo lo mismo. “…nuestra conciencia no es de ustedes o mía, es de todos los seres humanos” (Krishnamurti, 1999: 73). Tal premisa nos invita a creer, siguiendo el ejemplo señalado de las redes, que cada computadora en efecto no es individual y que todo está en cada una de ellas en que, a su vez, está el todo. En verdad una computadora no muere, por que es la condición reciclable de las siguientes que integran el sistema.

Es decir, no hay cuerpos separados. La diferencia es que el sistema guarda archivos y no es eso lo importante. La esclavitu postcolonial de hoy consiste no sólo en endeudarnos, como dicen algunos autores, sino en entregar información y agradecer, encima, que se nos la reciba. Pero es el doble de gratitud la que creemos deber, cuando al accerder a ella suponemos no entregar nada, cuando ya lo hacemos, por el sólo hecho de ingresar al sistema.

La conciencia de las redes es su memoria, tal como están diseñadas, pero en verdad lo que importa es la relación hologramática entre todas y cada una y no su contenido. La conciencia de las redes no es el archivo, sino la relación que guardan las partes y el todo. El contenido no está en ninguna en particular y está en todas en general. No está por encima ni por fuera, ni por dentro, ni antes, sino entre ellas.

Lo que compartimos son los hechos presentes, sin opuestos, como el pasado o el futuro. Las cosas son como son, no como debieran ser, ni fueron. Lo inarchivable, la realidad, el presente, es lo compartible.

Krishnamurti, al revés de la Butler, cree que la premisa de partir del pensamiento es equivocada, porque el pensamiento crea la diferencia (inventándose opuestos, como deber ser, que no existen) y es el responsable de dividirnos por medio del tiempo y la memoria. No hay cuerpos separados, lo que nos hace creer eso, es el pensamiento. “…el cuerpo nunca dice `Yo soy´, el cuerpo nunca dice ´yo soy algo especial´… El cuerpo jamás es consciente de que está separado de alguna otra persona. Es el pensamiento el que dice que yo soy diferente. Es importante ver cómo el pensamiento divide.” (íbid: 194).

Visto, pues, ambos modelos, hay que señalar que los dos se inscriben en campos y niveles distintos. El primero, en las diferencias subversivas y el otro, en la unidad sin opuestos. Bien podría, el de la Butler, ser comprendido dentro del krishnamurtiano, a condición de que se comprenda que las diferencias son un juego ilusorio del pensamiento, la fuente real de los problemas y no su solución. O, al revés, si concedemos que todo paradigma puede explicar desde sí mismo a otro: creer que la idea de una unidad sin opuesto, desestabiliza todo dualismo y puede ser considerada una distinción más en el racimo de diferencias abyectas. O, por último, imaginarlos uno dentro de otro, como los holones de Ken Wilber (1999); al butleriano como un “meme” verde que ocupa la diferencia en términos de una herramienta heurística y, al otro, como un “meme” amarillo que subsume e integra al anterior, en una espiral más compleja.

Ya fuimos, pues, átomos, relojes, flechas, espirales y ahora computadoras conectadas. Y, en cada momento, las preguntas necias de siempre: de dónde rayos venimos, quiénes puta somos y a dónde mierda vamos.

Bibliografía

Butler, J (2002) Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del `sexo’. Edit. Paidós. Bs. As.

Castell, M (2001) La Era de la Información. En III Vols. Ed. Siglo XXI. México.

Krishnamurti, J (1999) La mente que no mide. Edit. Errepar. Bs. As.

Wilber, K (1999) Una Teoría de Todo. Edit. Kairós. Barcelona.

Para A Fondo

Las redes que somos

LAS REDES QUE SOMOS

HOLOGRAMAS

Por Freddy Quezada

Cada sociedad es el reflejo de sus inventos más dominantes. Hubo una época en que todos, al menos los europeos y las capas letradas de sus ex - colonias, se consideraban átomos; hubo otra, en que se miraban como gigantescas piezas de un reloj perfecto; una más en que, como en alegre conga, se encontraban desfilando hacia el desarrollo evolutivo y, todavía hace poco, nos creíamos envueltos en una espiral donde todos estábamos repartidos en un melodrama como villanos (tesis), héroes (antítesis) y progreso revolucionario (síntesis). Ahora pareciera vernos como redes, como hologramas.



Pero no creo que sea suficiente hacerlo desde las descripciones extensas y superficiales de Manuel Castell (2001), o de los comunicólogos en serie que nos aburren con sus lugares comunes, citando a los viejos clásicos de la disciplina o las dos o tres citas célebres, localizadas en Wikipedia, de Marshall Mc Luhan, sino desde dos autores, donde uno nada tiene que ver con la otra, pero donde ambos nos presentan dimensiones más profundas.

¿Cuáles serían, por ejemplo, las consecuencias de sabernos, como las computadoras conectadas a una red, sobre la muerte de una de ellas, si todo el contenido está en las demás? Pueden desaparecer todas las computadoras conectadas del mundo, pero basta que sólo una de ellas sobreviva para reproducirse con todo el archivo de las demás. Una está en todas ellas y todas las demás, en una.

Como se sabe, las redes son efecto y causa a la vez de la globalización. Y todo el sistema socioeconómico y epistémico es como una red nerviosa, otra de las comparaciones al uso, que puede ser examinada, al menos de dos maneras básicas, sin perjuicio de otras que se le sumen.

Las sociedades son ahora presentadas como “conectadas” y “desconectadas”. Y no hay que verlas como si la virtud estuviera del lado de unas y los vicios del lado de otras, sino más bien, como nuevos nombres de gladiadores con las ventajas del atraso de estas, y el alto precio del adelanto de aquellas.

Para efectos de presentación pedagógica, y a riesgo de presentarme como destructor de las complejidades del pensamiento de ambos, los dividiremos con las iniciales de sus apellidos: Modelo B. y Modelo K.

Modelo B de Judith Butler: unidad dual vs. diferencias múltiples

Judith Butler, dice en su libro “Cuerpos que importan” que el heterosexualcentrismo, como sistema, impone a los cuerpos un seriado performativo, defendido incluso por las feministas más radicales, que nos obliga a repartirnos en solamente dos: sexos-géneros. El sistema disciplina (Foucault) y luego controla (Deleuze), a estos cuerpos. Aquellos cuerpos que caen fuera de este binarismo sistémico, son considerados abyectos, es decir, aquellos cuerpos que desafían al heterocentrismo, a través de su diferencia tales como las parodias (los travestis) o estallidos de variedad (los múltiples géneros que pueden crearse), lo desestabilizan, amenazan con romperlo y llaman a darle importancia a los cuerpos del seriado dentro del discurso del sistema.

Los cuerpos son autónomos y tienen sus motivaciones propias. Han nacido, parece decirnos la Butler, repitiendo a Sade, para gozar.

Los cuerpos no son derivaciones ni creaciones del lenguaje, pero tampoco están fuera de él. "… el lenguaje y la materialidad nunca son completamente idénticos ni completamente diferentes" (Butler, 2002: 111). Butler cuando se refiere a la diferencia, exige reconocerla en su estatuto legal, pero sin esencia, móvil y posicional, como el “esencialismo estratégico” del que habla Spivak, a quien cita con reverencia, destruyendo la diferencia jerarquizada y la sustancialista. La diferencia destruye la homogeneidad dual del sistema. Los cuerpos “fuera” del sistema binario son los que llaman a la ruptura. Es como creer que una minoría significativa de computadoras tiene archivos propios y que su destrucción supone un empobrecimiento universal por estar fuera del sistema. En Matrix, los cuerpos conectados están rígidos y sufren estertores cuando están muriendo en el mundo virtual. Lo cierto es lo contrario. El temblor lo sufre el archivo universal cuando los cuerpos se llevan a la tumba (o por medio del silencio no las entregan) sus experiencias.

Google por ejemplo, ya ofrece espacio, a través de su servicio “docs” para almacenar discos duros virtuales. Es decir, ya están creadas las condiciones para almacenar toda la información de las computadoras conectadas del mundo. Los cuerpos están libres de almacenar memorias que depositan en el archivo electrónico universal y se entregan al presente por medio de la invención de placeres.

Una computadora al igual que un ser humano, puede ser destruida, anulada, descartada, pero “sabe” que son cuerpos de silicón reciclables. Su materialidad no es el contenido que le da sentido. Salen rápidamente del circuito tecnológico como las frutas maduras, los árboles viejos, las presas, sabiendo que serán sustituidas por otras y, “sabiendo”, que éstas las justifican y mejorarán el archivo universal. El “afuera” de Google es la realidad, su objetivo de caza. La exterioridad de Google, lo que no tiene archivado todavía, es el equivalente, en el pensamiento de la Butler, a los cuerpos abyectos, que es también extensible a las etnias y grupos minoritarios que se saben subversivos. El sistema puede ser desestabilizado por medio de los simulacros y la diferencia máxima, tal parece ser el mensaje central desprendible de la idea de la Butler.

Modelo K Jiddu Krishnamurti: diferencias múltiples vs. unidad sin opuestos

Uno es el producto de la sociedad que ha creado, nos dice pasmosamente Krishnamurti, sabio de origen indio. Uno no es realmente un individuo. Uno es el resto de la humanidad. Cuando uno ríe, llora, sufre o goza, lo hace como todos los demás y, cuando uno muere, los demás siguen repitiendo lo mismo. “…nuestra conciencia no es de ustedes o mía, es de todos los seres humanos” (Krishnamurti, 1999: 73). Tal premisa nos invita a creer, siguiendo el ejemplo señalado de las redes, que cada computadora en efecto no es individual y que todo está en cada una de ellas en que, a su vez, está el todo. En verdad una computadora no muere, por que es la condición reciclable de las siguientes que integran el sistema.

Es decir, no hay cuerpos separados. La diferencia es que el sistema guarda archivos y no es eso lo importante. La esclavitu postcolonial de hoy consiste no sólo en endeudarnos, como dicen algunos autores, sino en entregar información y agradecer, encima, que se nos la reciba. Pero es el doble de gratitud la que creemos deber, cuando al accerder a ella suponemos no entregar nada, cuando ya lo hacemos, por el sólo hecho de ingresar al sistema.

La conciencia de las redes es su memoria, tal como están diseñadas, pero en verdad lo que importa es la relación hologramática entre todas y cada una y no su contenido. La conciencia de las redes no es el archivo, sino la relación que guardan las partes y el todo. El contenido no está en ninguna en particular y está en todas en general. No está por encima ni por fuera, ni por dentro, ni antes, sino entre ellas.

Lo que compartimos son los hechos presentes, sin opuestos, como el pasado o el futuro. Las cosas son como son, no como debieran ser, ni fueron. Lo inarchivable, la realidad, el presente, es lo compartible.

Krishnamurti, al revés de la Butler, cree que la premisa de partir del pensamiento es equivocada, porque el pensamiento crea la diferencia (inventándose opuestos, como deber ser, que no existen) y es el responsable de dividirnos por medio del tiempo y la memoria. No hay cuerpos separados, lo que nos hace creer eso, es el pensamiento. “…el cuerpo nunca dice `Yo soy´, el cuerpo nunca dice ´yo soy algo especial´… El cuerpo jamás es consciente de que está separado de alguna otra persona. Es el pensamiento el que dice que yo soy diferente. Es importante ver cómo el pensamiento divide.” (íbid: 194).

Visto, pues, ambos modelos, hay que señalar que los dos se inscriben en campos y niveles distintos. El primero, en las diferencias subversivas y el otro, en la unidad sin opuestos. Bien podría, el de la Butler, ser comprendido dentro del krishnamurtiano, a condición de que se comprenda que las diferencias son un juego ilusorio del pensamiento, la fuente real de los problemas y no su solución. O, al revés, si concedemos que todo paradigma puede explicar desde sí mismo a otro: creer que la idea de una unidad sin opuesto, desestabiliza todo dualismo y puede ser considerada una distinción más en el racimo de diferencias abyectas. O, por último, imaginarlos uno dentro de otro, como los holones de Ken Wilber (1999); al butleriano como un “meme” verde que ocupa la diferencia en términos de una herramienta heurística y, al otro, como un “meme” amarillo que subsume e integra al anterior, en una espiral más compleja.

Ya fuimos, pues, átomos, relojes, flechas, espirales y ahora computadoras conectadas. Y, en cada momento, las preguntas necias de siempre: de dónde rayos venimos, quiénes puta somos y a dónde mierda vamos.

Bibliografía

Butler, J (2002) Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del `sexo’. Edit. Paidós. Bs. As.

Castell, M (2001) La Era de la Información. En III Vols. Ed. Siglo XXI. México.

Krishnamurti, J (1999) La mente que no mide. Edit. Errepar. Bs. As.

Wilber, K (1999) Una Teoría de Todo. Edit. Kairós. Barcelona.

Para A Fondo

Las redes que somos

LAS REDES QUE SOMOS

HOLOGRAMAS

Por Freddy Quezada

Cada sociedad es el reflejo de sus inventos más dominantes. Hubo una época en que todos, al menos los europeos y las capas letradas de sus ex - colonias, se consideraban átomos; hubo otra, en que se miraban como gigantescas piezas de un reloj perfecto; una más en que, como en alegre conga, se encontraban desfilando hacia el desarrollo evolutivo y, todavía hace poco, nos creíamos envueltos en una espiral donde todos estábamos repartidos en un melodrama como villanos (tesis), héroes (antítesis) y progreso revolucionario (síntesis). Ahora pareciera vernos como redes, como hologramas.



Pero no creo que sea suficiente hacerlo desde las descripciones extensas y superficiales de Manuel Castell (2001), o de los comunicólogos en serie que nos aburren con sus lugares comunes, citando a los viejos clásicos de la disciplina o las dos o tres citas célebres, localizadas en Wikipedia, de Marshall Mc Luhan, sino desde dos autores, donde uno nada tiene que ver con la otra, pero donde ambos nos presentan dimensiones más profundas.

¿Cuáles serían, por ejemplo, las consecuencias de sabernos, como las computadoras conectadas a una red, sobre la muerte de una de ellas, si todo el contenido está en las demás? Pueden desaparecer todas las computadoras conectadas del mundo, pero basta que sólo una de ellas sobreviva para reproducirse con todo el archivo de las demás. Una está en todas ellas y todas las demás, en una.

Como se sabe, las redes son efecto y causa a la vez de la globalización. Y todo el sistema socioeconómico y epistémico es como una red nerviosa, otra de las comparaciones al uso, que puede ser examinada, al menos de dos maneras básicas, sin perjuicio de otras que se le sumen.

Las sociedades son ahora presentadas como “conectadas” y “desconectadas”. Y no hay que verlas como si la virtud estuviera del lado de unas y los vicios del lado de otras, sino más bien, como nuevos nombres de gladiadores con las ventajas del atraso de estas, y el alto precio del adelanto de aquellas.

Para efectos de presentación pedagógica, y a riesgo de presentarme como destructor de las complejidades del pensamiento de ambos, los dividiremos con las iniciales de sus apellidos: Modelo B. y Modelo K.

Modelo B de Judith Butler: unidad dual vs. diferencias múltiples

Judith Butler, dice en su libro “Cuerpos que importan” que el heterosexualcentrismo, como sistema, impone a los cuerpos un seriado performativo, defendido incluso por las feministas más radicales, que nos obliga a repartirnos en solamente dos: sexos-géneros. El sistema disciplina (Foucault) y luego controla (Deleuze), a estos cuerpos. Aquellos cuerpos que caen fuera de este binarismo sistémico, son considerados abyectos, es decir, aquellos cuerpos que desafían al heterocentrismo, a través de su diferencia tales como las parodias (los travestis) o estallidos de variedad (los múltiples géneros que pueden crearse), lo desestabilizan, amenazan con romperlo y llaman a darle importancia a los cuerpos del seriado dentro del discurso del sistema.

Los cuerpos son autónomos y tienen sus motivaciones propias. Han nacido, parece decirnos la Butler, repitiendo a Sade, para gozar.

Los cuerpos no son derivaciones ni creaciones del lenguaje, pero tampoco están fuera de él. "… el lenguaje y la materialidad nunca son completamente idénticos ni completamente diferentes" (Butler, 2002: 111). Butler cuando se refiere a la diferencia, exige reconocerla en su estatuto legal, pero sin esencia, móvil y posicional, como el “esencialismo estratégico” del que habla Spivak, a quien cita con reverencia, destruyendo la diferencia jerarquizada y la sustancialista. La diferencia destruye la homogeneidad dual del sistema. Los cuerpos “fuera” del sistema binario son los que llaman a la ruptura. Es como creer que una minoría significativa de computadoras tiene archivos propios y que su destrucción supone un empobrecimiento universal por estar fuera del sistema. En Matrix, los cuerpos conectados están rígidos y sufren estertores cuando están muriendo en el mundo virtual. Lo cierto es lo contrario. El temblor lo sufre el archivo universal cuando los cuerpos se llevan a la tumba (o por medio del silencio no las entregan) sus experiencias.

Google por ejemplo, ya ofrece espacio, a través de su servicio “docs” para almacenar discos duros virtuales. Es decir, ya están creadas las condiciones para almacenar toda la información de las computadoras conectadas del mundo. Los cuerpos están libres de almacenar memorias que depositan en el archivo electrónico universal y se entregan al presente por medio de la invención de placeres.

Una computadora al igual que un ser humano, puede ser destruida, anulada, descartada, pero “sabe” que son cuerpos de silicón reciclables. Su materialidad no es el contenido que le da sentido. Salen rápidamente del circuito tecnológico como las frutas maduras, los árboles viejos, las presas, sabiendo que serán sustituidas por otras y, “sabiendo”, que éstas las justifican y mejorarán el archivo universal. El “afuera” de Google es la realidad, su objetivo de caza. La exterioridad de Google, lo que no tiene archivado todavía, es el equivalente, en el pensamiento de la Butler, a los cuerpos abyectos, que es también extensible a las etnias y grupos minoritarios que se saben subversivos. El sistema puede ser desestabilizado por medio de los simulacros y la diferencia máxima, tal parece ser el mensaje central desprendible de la idea de la Butler.

Modelo K Jiddu Krishnamurti: diferencias múltiples vs. unidad sin opuestos

Uno es el producto de la sociedad que ha creado, nos dice pasmosamente Krishnamurti, sabio de origen indio. Uno no es realmente un individuo. Uno es el resto de la humanidad. Cuando uno ríe, llora, sufre o goza, lo hace como todos los demás y, cuando uno muere, los demás siguen repitiendo lo mismo. “…nuestra conciencia no es de ustedes o mía, es de todos los seres humanos” (Krishnamurti, 1999: 73). Tal premisa nos invita a creer, siguiendo el ejemplo señalado de las redes, que cada computadora en efecto no es individual y que todo está en cada una de ellas en que, a su vez, está el todo. En verdad una computadora no muere, por que es la condición reciclable de las siguientes que integran el sistema.

Es decir, no hay cuerpos separados. La diferencia es que el sistema guarda archivos y no es eso lo importante. La esclavitu postcolonial de hoy consiste no sólo en endeudarnos, como dicen algunos autores, sino en entregar información y agradecer, encima, que se nos la reciba. Pero es el doble de gratitud la que creemos deber, cuando al accerder a ella suponemos no entregar nada, cuando ya lo hacemos, por el sólo hecho de ingresar al sistema.

La conciencia de las redes es su memoria, tal como están diseñadas, pero en verdad lo que importa es la relación hologramática entre todas y cada una y no su contenido. La conciencia de las redes no es el archivo, sino la relación que guardan las partes y el todo. El contenido no está en ninguna en particular y está en todas en general. No está por encima ni por fuera, ni por dentro, ni antes, sino entre ellas.

Lo que compartimos son los hechos presentes, sin opuestos, como el pasado o el futuro. Las cosas son como son, no como debieran ser, ni fueron. Lo inarchivable, la realidad, el presente, es lo compartible.

Krishnamurti, al revés de la Butler, cree que la premisa de partir del pensamiento es equivocada, porque el pensamiento crea la diferencia (inventándose opuestos, como deber ser, que no existen) y es el responsable de dividirnos por medio del tiempo y la memoria. No hay cuerpos separados, lo que nos hace creer eso, es el pensamiento. “…el cuerpo nunca dice `Yo soy´, el cuerpo nunca dice ´yo soy algo especial´… El cuerpo jamás es consciente de que está separado de alguna otra persona. Es el pensamiento el que dice que yo soy diferente. Es importante ver cómo el pensamiento divide.” (íbid: 194).

Visto, pues, ambos modelos, hay que señalar que los dos se inscriben en campos y niveles distintos. El primero, en las diferencias subversivas y el otro, en la unidad sin opuestos. Bien podría, el de la Butler, ser comprendido dentro del krishnamurtiano, a condición de que se comprenda que las diferencias son un juego ilusorio del pensamiento, la fuente real de los problemas y no su solución. O, al revés, si concedemos que todo paradigma puede explicar desde sí mismo a otro: creer que la idea de una unidad sin opuesto, desestabiliza todo dualismo y puede ser considerada una distinción más en el racimo de diferencias abyectas. O, por último, imaginarlos uno dentro de otro, como los holones de Ken Wilber (1999); al butleriano como un “meme” verde que ocupa la diferencia en términos de una herramienta heurística y, al otro, como un “meme” amarillo que subsume e integra al anterior, en una espiral más compleja.

Ya fuimos, pues, átomos, relojes, flechas, espirales y ahora computadoras conectadas. Y, en cada momento, las preguntas necias de siempre: de dónde rayos venimos, quiénes puta somos y a dónde mierda vamos.

Bibliografía

Butler, J (2002) Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del `sexo’. Edit. Paidós. Bs. As.

Castell, M (2001) La Era de la Información. En III Vols. Ed. Siglo XXI. México.

Krishnamurti, J (1999) La mente que no mide. Edit. Errepar. Bs. As.

Wilber, K (1999) Una Teoría de Todo. Edit. Kairós. Barcelona.