miércoles, 4 de marzo de 2009

Para A Fondo

En Memoria de Franz Galich

Por :Fredy Leonel Valiente Contreras (Chus o Jesús Rodríguez Lemus)


In memoriam del amigo de las luchas libertarias

He vivido casi toda mi vida lejos de mis cielos / pero mis pies están marcados en los códices, / en la voz profunda de mi pueblo. / Camino sobre el mar y las nubes que me traje, / son mi tierra firme / ¿quién me la puede quitar? / ... Tercamente guatemalteco no necesito recordar, me basta con palparme. / El sueño no tiene vocales / pero tiene llamaradas y tambores mudos / y las mismas fogatas / arden en las mismas cumbres.

Luis Cardoza y Aragón (versos dedicados a Miguel Ángel Asturias)

Es difícil rememorar a Franz en el incierto limbo cuando lo creíamos inmortal, después de arriesgar la vida en la lucha de Liberación Nacional Democrática en su país: Guatemala, emprendida durante 36 años anhelando la primavera contra las eternas dictaduras y el oprobio de la explotación de los mercaderes de la patria.

Reía a carcajadas limpiamente y sonrojaba. ¡Aún lo miro en Amatitlán! Cavilando con un libro entre sus manos: Talvez El extranjero de Camus o Tolstoi o amasando los libros del Chilam Balam o el Popol Vuh. Los colibríes danzan al mago del lago de Amatitlán, su lago otrora azul.

Mi encuentro con Franz fue en La casa verde de los escombros; él venía de México de representar la delegación: “Alaide Foppa”; Alaide, la poeta asesinada por el ejército. Nunca podrán uniformar la inconformidad nos decía Otto René Castillo, el poeta más querido de Guatemala, quien nunca pudo olvidar su amor a Karen y sus bellos ojos berlineses y en su poesía se hizo un amuleto de shamán. ¿Cómo olvidar a Karen? Cuando en los encuentros de la alquimia descifraste su caligrafía en una botella del mar.

Franz venía de conspirar en su recia militancia en el Ejército Guerrillero de los Pobres -EGP-, las anécdotas de su sobrevivencia las relataba: Elías Barahona. El ejército de Guatemala buscaba a Franz hasta en los tapancos de su casa. Bajaban a la gente de los autobuses apuntando desde los jeeps artillados y los registraban, peinaron los bares, el campo universitario, las bibliotecas.

Nadie imaginaba que estaba en días de farra bajo un árbol de mangos, entre sus más conspicuos quienes aliñaban ‘boquitas de pájaro’; mientras él se imaginaba a Diótima, supuesta maestra de Sócrates, quien en el Banquete de Platón reproduce su doctrina del amor. Franz tejía nubes y flores y entre su teje y maneje recordaba a magistrales catedráticas en la tricentenaria Universidad de San Carlos de Guatemala –Usac-: Margarita Carrera y Luz Méndez de la Vega. Un maestro lo es no por recitar libros de memoria, sino por la llama de la dignidad que enseña con el ejemplo: ellas forjaron sus caras aristas y fue inspirado por el mismo Hermes, en el vaivén de su acompasado son le nacían cóndores de libertad.

En los aciagos días primaverales sus compañeros de militancia lo buscaban para salvarle la vida, hasta en las cantinas ‘donde la vida no vale un chelín’. Franz fue de buen ajenjo y su círculo: amigos estudiosos y raros con quienes frecuentó antros del lumpen o la subcultura, desde la cátedra universitaria a los barrios populares, los campamentos de refugiados en México, ora en Nicaragua y post-genocidio en los mejores restórant en nuestra Antigua Guatemala. Franz publicó su primer libro de cuentos en Guatemala, 1978, con el título de Ficcionario inédito; en 1979 La princesa de Onix y otros cuentos. En Managua su primera novela Huracán corazón del cielo (1995); su trhiller social con su segunda novela Managua salsa city –“Devórame otra vez”-, Premio Centroamericano de Novela “Rogelio Sinan” en el 2000.

En el 2002 publica un tercer libro de cuentos: El ratero, editado en Guatemala, y también su tercera novela: En este mundo matraca, (2004). Su cuarta novela: Y te diré quién eres, Mariposa traicionera (Anamá, 2006). Franz aguantó frío en el Distrito Federal, sin ningún peso e ilegal. Prefería los autobuses a los taxis porque le gustaba escuchar las voces de las personas de todos los estratos sociales.

Franz fue más conocido como profesor universitario o dramaturgo; yo rememoro al dandy noctámbulo que sacaba de la sisa de su bolsillo la bitácora y su mapa de navegación; pocos le conocían esa manía etnográfica y lingüística de escuchar y registrar todos los detalles ‘de la calle’ que es una obsesión en antropólogos y narradores, el poeta es más ensimismado por la metáfora de lo único.

Cuando al fin sus compañeros -antes que los chacales- pudieron dar con su paradero, él estaba disertando algún ficcionario de J.L. Borges. Franz tuvo que empaquetar su valija y de ramplón calarse unas gafas, rasurarse, y no volvió a su casa, a su mamá logra verla una década después.

Danilo Rodríguez, miembro de la dirección Regional de las Fuerzas Armadas Rebeldes –FAR- fue su salvavidas y logra el asilo humanitario en la embajada de Costa Rica. Ahí estaban desterrados Francisco Márquez, dirigente del famoso sindicado de la Coca-Cola. La empresa que tiene una larga data de criminalidad contra los trabajadores; también estaba Miguel Ángel Albizures.

El compañero Albizures actualmente tiene demanda contra el ejército guatemalteco por el delito de genocidio contra las comunidades indígenas de la Civilización Maya, la más avanzada del planeta a decir de Silvanus Morley.

Franz en su tierra Nicaragua es emulado por una pléyade de jóvenes: Leonel Delgado, Miguel Ayerdiz, Jesús Espinoza, Gustavo Madrigal. Forjó una generación de intelectuales desde la cátedra universitaria.

Un día organizó con el Comité de Unidad Campesina –CUC-, y dirigentes del Frente Popular 31 de Enero –FP-31, pláticas con Miguel Mármol: sobreviviente de las masacres de 1932 en El Salvador, realizadas por las tropas de Maximiliano Hernández Martínez y donde cae preso, torturan y asesinan a Farabundo Martí, a quien torturan hasta destrozarle sus huesos, para fusilarlo tuvieron que entablillarlo; llamaron al padre de la Iglesia Católica y ante Farabundo manifestó: “¡Hijo, vengo a reconfortarte el espíritu!”. “Padre -le contestó- : El espíritu no necesito que me lo reconforten, porque ese lo tengo bien en alto, lo que necesito que me reconforte es el cuerpo”.

El otro encuentro fue con Manuel Galich. Reía a carcajadas el saltimbanquis pintado por Chagall. Crítico mordaz contra toda injusticia; lo acompaña Alfonso Bauer Paiz, legendario congresista de la revolución democrática guatemalteca de 1944 y asesor pertinaz en los cambios a las leyes promovidas por el gobierno revolucionario de Fidel y el inmortal Ché.

Meme y Poncho: Rojo y negro, conocimiento y escritura, símbolos desde la incertidumbre de los pueblos míticos. Cuando un fundador del EGP, me contaba que Meme fue uno de sus fundadores, no me extrañó. Franz me presentó al tío Meme. En tertulia con el tío compartimos preocupaciones ante el genocidio de los kaibiles anti-mayas.

Franz se encuentra con sus huellas que desempolvan la memoria donde el hombre representó sus sueños o el sueño dibujó el ideograma del mundo y en su sed por la vida devino en diluvios. La vida surgió de la ola del mar, Boticelli lo apuntala en su cuadro Venus surgiendo de la ola del mar.

Franz: “Hay que leer pocos libros -recomendaba-; pero bien, y no hay que repetir mal cuando otros urdieron filigrana, prohibido propalar ruines mentiras y autocensurarse”.

En una casa sobreviviente del terremoto de 1972 en Managua, contiguo al parque Luis Alfonso Velásquez, compartimos habitación e infortunio, él impartía clases en la Universidad Nacional de Nicaragua –UNAN-, cuando retornaba me encontraba leyendo entre otro de sus libros el de Antonio Gramsci: Los cuadernos de la cárcel.

Nos frecuentaba el Maestro Internacional de ajedrez: Danilo Canda con la rubia Daniela de Bélgica. Mientras degustábamos las líricas cervezas, comentaba que contraería nupcias con Orieta Martínez. En la ceremonia de su boda, me alegré por la dicha de él en compañía de Orieta, quien fue su Lazarillo como Francisca Sánchez a su Rubén. No obstante, y a la vez me ‘agüevé’ al saber que definitivamente me quedaba sin Sancho y sin Quijote.

A regañadientes se hizo hogareño, el círculo próximo: Vidaluz Meneses, Alvaro Urtecho y el siempre inclaudicable Juan Carlos Vílchez. Dos décadas antes Franz colabora conmigo al solicitar beca ante el padre César Jérez, entonces rector de la UCA, y me invitó a las conferencias sobre la Escuela de Frankfurt por Bárbara Dröescher erudita alemana y Werner Macbenback, se edita una pequeña revista: El ángel pobre, en homenaje a Joaquín Pasos.

La historia registra venas subterráneas entre los pueblos y la joven intelectualidad de Guatemala con Alemania y entre ellos algunos de sus connotados ciudadanos: Marx, Hegel, Fauerbach, Hölderlin, Heidegger, Goethe, Heine, Mann, Brecht, J.S. Bach. Los dos pueblos con antípodas, en Alemania: Hitler y en Guatemala los explotadores burgueses del Cacif que enrojecieron las manos de los ‘generalísimos’. El genocidio se ensañó contra los hijos de la luna: 150 mil se refugiaron en México, 45 mil desaparecidos y más de 250 mil quienes antes de morir, fueron previamente torturados, 430 aldeas borradas del mapa y 667 masacres. Los neonazis del Cacif habían dado la orden a como Herodes de asesinar a la niñez de indígenas guatemaltecos. La inteligencia de los gringos, israelitas y argentinos y un dinero maldito para cometer sus fechorías.

Después de una década de sentida ausencia, teníamos el compromiso con Franz del reencuentro. Salí al exilio por el acecho de algunos miembros criminales de la Policía Nacional Civil: quienes cometieron tan cobarde y vil asesinato en contra de la vida del poeta infantil y mi hijo de 13 años de edad: Herbert Omar Valiente Torres -crimen denunciado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA en Washington- durante el gobierno del peor títere de pacotilla de la historia de cinismo en Guatemala: Oscar Berge, quien por su silencio y omisión también es responsable. Espero que esta Comisión de la OEA no vaya a permitir que este crimen quede en la vil impunidad y exija esclarecimiento de dicho crimen. Franz me había escrito relatándome su temporada en el infierno. Desde hacía un año que Franz libraba batalla contra el cáncer, “sufrió una insuficiencia cardiaca, a causa de las radiaciones”, declaró Orieta de Galich, viuda del escritor. A sus 56 años, murió en el Hospital Militar Roberto Dávila Bolaños, de Managua, en horas de la mañana, el 3 de febrero del 2007.

Llegué a Nicaragua un día domingo 4 de febrero en el que caía plomo derretido del cielo; su entierro fue esa tarde en el Cementerio Oriental de Managua, su amicísimo director del teatro Tohyl: Néstor Méndez, durante el funeral solicitó se le entregue con justicia la merecida Orden Independencia cultural “Rubén Darío”. Ojalá que ante el gobierno del Presidente Daniel Ortega la intelectualidad guatemalteca se pronuncie para que le entreguen la orden para honrar la memoria de un intelectual íntegro que formó generaciones de intelectuales nicaragüenses.

¡Todavía no puedo creer tu muerte! Maestro chilacayotón: ¡Hasta la próxima! Oráculo para orientarnos en estos viajes del silencio.



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